21 de agosto de 2010

Don Antonio Daffari


Extraído del libro "Anécdotas y curiosidades de la Semana Santa malagueña. Por: un nazareno verde".
Don Antonio Daffarí fue uno de los capataces de más solera y prestigio de nuestra ciudad y muy jóven empezó a llevar tronos, siendo el primero el de la Pollinica, cuando el padre Ponce reorganizó esta Hermandad con los congregantes de San Estalislao de Kotska. Por aquellos tiempos, los capataces y los hombres de trono pertenecían la mayoría al gremio de estibadores del puerto. Sin embargo, Daffari era una excepción, pues tenía el oficio de guarnicionero, pudiendo decir que se hizo capataz de trono por verdadera vocación. Según decía él mismo, sus dos debilidades eran su oficio y llevar un trono por las calles de Málaga. Hombre de múltiples anécdotas y gran conversador, encantaba oirle contar los miles de incidentes que había vivido en su larga carrera de capataz, y más de una vez se emocionaba al recordarlas. En una de las muchas entrevistas que le hicieron, y al perguntarle el periodista si recordaba algún momento de emoción en la llevada de pasos, contó como una noche de Viernes Santo en la que llovía muchísimo le dijeron que había que volver a sus hombres otra vez Compás de la Victoria arriba para resguardar al Cristo del Amor, cuyo trono era una verdadera laguna. “Era una pena ver a un Cristo tán bonito chorreando”. La calle apenas se hacía visible con la tromba de agua que estaba cayendo, pero a la sola voz del capataz “subieron como leones” hasta meter al Señor bajo los toldos. Eran célebres sus apuestas sobre si el trono pasaría o no por las calles estrechas, y ya en sus últimos años de capataz se apostó un almuerzo con la Hermandad de la Piedad de que éste trono pasaría fácilmente por Calle Nueva, cosa que los hermanos dudaban:
- “¡Y vaya si pasó! Como que yo lo había medido el día anterior. Aunque honradamente les confesé el truco cuando encerramos y me ofrecieron un almuerzo inolvidable”.

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